30 ENERO 2010
A LA SOCIEDAD DE DURANGO.
A LA MILITANCIA PRIÍSTA:
A lo largo de mi trayectoria como militante en el Partido Revolucionario Institucional, he corroborado que tradicionalmente ha existido un espacio de movilización política y social, para que sus miembros tengan acceso a los niveles de dirigencia política y de representación popular.
Hoy tenemos la oportunidad histórica de cambiar Durango, es momento de tomar en cuenta a los ciudadanos, para que ellos decidan quién debe ser su candidato. Sin embargo, también hoy, ese mismo grupo que tiene secuestrado al estado y al partido, le da la espalda a todos los duranguenses.
No es lógico ni deseable que el jefe de un grupo político acote a la dirigencia y a su militancia, por el solo hecho de querer imponer su voluntad personal y de grupo por encima del legítimo derecho de la militancia de decidir el destino y el rumbo de la organización.
Prueba de ello son las diferentes acciones que el ex delegado del PRI ha realizado, por encima de la misión que tenía como representante del Comité Ejecutivo Nacional, violando la regla elemental de imparcialidad, traicionando la función que se le encomendó, el cual habiendo sido relevado, en los hechos, es quien sigue operando por consigna en favor de un candidato.
Asimismo, ha impuesto personas incondicionales como dirigentes de las estructuras del partido y consejeros políticos que no reúnen los requisitos establecidos por los estatutos, desplazando a quienes tienen una amplia militancia, con el objetivo claro y perverso de imponerse en la elección interna.
En el actual proceso para designar a los candidatos priístas a cargos de elección popular, en el ambiente local parece privar más la descarnada ambición por el poder de un grupo político, que la aspiración auténtica de mejorar la vida colectiva de los duranguenses.
Ahora resulta que la experiencia estorba y las voluntades feudales se imponen a las decisiones partidistas. Durango no puede ser un Estado en donde prevalece el poder unipersonal. Aceptar ese mecanismo es un retroceso, en donde se da la espalda a la militancia; el no transparentar las decisiones, solo contribuye al debilitamiento del PRI.
Soy un convencido que la política es una actividad profesional y de tiempo completo. Hacer política, pues, es pensar y actuar en beneficio de la gente. Por ello, en mi actuar en política, he escogido el camino de la lucha, de la lucha por un Durango mejor.
Me entristece percatarme que la militancia en el PRI no es ya indispensable para ocupar cargos de elección popular, veo con desilusión que también el partido en el que he militado toda mi vida está dejando de ser útil a la sociedad, por servir a los intereses de un grupo.
Les expreso mi gratitud a todos los priístas que en distintos momentos me manifestaron su solidaridad y apoyo. Por lo que sus anhelos insatisfechos y sus justas demandas, seguirán siendo desde la trinchera en que me encuentre, motivo de mi esfuerzo.
Siempre he sido una persona leal y disciplinada políticamente al partido en el que hasta ahora he militado, sin embargo la ciudadanía de Durango ha sido y es testigo de la marginación y el desplazamiento político por el solo hecho de no pertenecer a los intereses del gobernador.
Participar en el proceso interno del PRI para seleccionar candidato a gobernador del estado, seria convertirme en un precandidato testimonial obligado a levantar la mano del ganador al personaje que representa intereses mezquinos del grupo en el poder cuya imposición ya esta decidida, SE TRATA EN SUMA DE UNA FARSA.
Estoy convencido de que los ciudadanos serán capaces de descubrir oportunamente la verdad y más cuando se actúa de buena fe.
Durango exige el ejercicio pleno de la democracia. Quienes sean han apresurado a extender su acta de defunción, están equivocados, porque ignoran que los duranguenses la defenderemos con firmeza. Porque solo en ella y en los valores que implica, se legitiman las libertades y se da la posibilidad de los equilibrios. Aquí no caben las mentalidades autoritarias y dogmáticas.
Hoy veo con coraje un Durango secuestrado, por un pequeño grupo que quiere el poder por poder, para seguir manejando a Durango a su antojo. Un pequeño grupo que solo busca proteger sus intereses económicos, al que no le importa utilizar a los duranguenses mediante el engaño, para sus propósitos viles.
Dado que la convocatoria expedida por el PRI, propicia un procedimiento viciado, que concluye con una Convención totalmente manipulada, y por ser violatoria de la Constitución General de la República y de las leyes reglamentarias en materia electoral, manifiesto a la ciudadanía y a la opinión pública del Estado de Durango que de ninguna manera me prestaré a la simulación y al engaño que está llevando la dirigencia del partido en contubernio con el grupo en el poder para imponer a su candidato.
Me retiro de esta vergonzosa contienda por respeto al pueblo de Durango, a los hombres y a las mujeres resueltos que me han manifestado su simpatía, y seguiré defendiendo, como lo he hecho en mi vida pública y privada, la vigencia del Estado de Derecho y el respeto a la dignidad de las personas; Por lo tanto renuncio a mi militancia partidaria de más de 25 años.
A LA SOCIEDAD DE DURANGO.
A LA MILITANCIA PRIÍSTA:
A lo largo de mi trayectoria como militante en el Partido Revolucionario Institucional, he corroborado que tradicionalmente ha existido un espacio de movilización política y social, para que sus miembros tengan acceso a los niveles de dirigencia política y de representación popular.
Hoy tenemos la oportunidad histórica de cambiar Durango, es momento de tomar en cuenta a los ciudadanos, para que ellos decidan quién debe ser su candidato. Sin embargo, también hoy, ese mismo grupo que tiene secuestrado al estado y al partido, le da la espalda a todos los duranguenses.
No es lógico ni deseable que el jefe de un grupo político acote a la dirigencia y a su militancia, por el solo hecho de querer imponer su voluntad personal y de grupo por encima del legítimo derecho de la militancia de decidir el destino y el rumbo de la organización.
Prueba de ello son las diferentes acciones que el ex delegado del PRI ha realizado, por encima de la misión que tenía como representante del Comité Ejecutivo Nacional, violando la regla elemental de imparcialidad, traicionando la función que se le encomendó, el cual habiendo sido relevado, en los hechos, es quien sigue operando por consigna en favor de un candidato.
Asimismo, ha impuesto personas incondicionales como dirigentes de las estructuras del partido y consejeros políticos que no reúnen los requisitos establecidos por los estatutos, desplazando a quienes tienen una amplia militancia, con el objetivo claro y perverso de imponerse en la elección interna.
En el actual proceso para designar a los candidatos priístas a cargos de elección popular, en el ambiente local parece privar más la descarnada ambición por el poder de un grupo político, que la aspiración auténtica de mejorar la vida colectiva de los duranguenses.
Ahora resulta que la experiencia estorba y las voluntades feudales se imponen a las decisiones partidistas. Durango no puede ser un Estado en donde prevalece el poder unipersonal. Aceptar ese mecanismo es un retroceso, en donde se da la espalda a la militancia; el no transparentar las decisiones, solo contribuye al debilitamiento del PRI.
Soy un convencido que la política es una actividad profesional y de tiempo completo. Hacer política, pues, es pensar y actuar en beneficio de la gente. Por ello, en mi actuar en política, he escogido el camino de la lucha, de la lucha por un Durango mejor.
Me entristece percatarme que la militancia en el PRI no es ya indispensable para ocupar cargos de elección popular, veo con desilusión que también el partido en el que he militado toda mi vida está dejando de ser útil a la sociedad, por servir a los intereses de un grupo.
Les expreso mi gratitud a todos los priístas que en distintos momentos me manifestaron su solidaridad y apoyo. Por lo que sus anhelos insatisfechos y sus justas demandas, seguirán siendo desde la trinchera en que me encuentre, motivo de mi esfuerzo.
Siempre he sido una persona leal y disciplinada políticamente al partido en el que hasta ahora he militado, sin embargo la ciudadanía de Durango ha sido y es testigo de la marginación y el desplazamiento político por el solo hecho de no pertenecer a los intereses del gobernador.
Participar en el proceso interno del PRI para seleccionar candidato a gobernador del estado, seria convertirme en un precandidato testimonial obligado a levantar la mano del ganador al personaje que representa intereses mezquinos del grupo en el poder cuya imposición ya esta decidida, SE TRATA EN SUMA DE UNA FARSA.
Estoy convencido de que los ciudadanos serán capaces de descubrir oportunamente la verdad y más cuando se actúa de buena fe.
Durango exige el ejercicio pleno de la democracia. Quienes sean han apresurado a extender su acta de defunción, están equivocados, porque ignoran que los duranguenses la defenderemos con firmeza. Porque solo en ella y en los valores que implica, se legitiman las libertades y se da la posibilidad de los equilibrios. Aquí no caben las mentalidades autoritarias y dogmáticas.
Hoy veo con coraje un Durango secuestrado, por un pequeño grupo que quiere el poder por poder, para seguir manejando a Durango a su antojo. Un pequeño grupo que solo busca proteger sus intereses económicos, al que no le importa utilizar a los duranguenses mediante el engaño, para sus propósitos viles.
Dado que la convocatoria expedida por el PRI, propicia un procedimiento viciado, que concluye con una Convención totalmente manipulada, y por ser violatoria de la Constitución General de la República y de las leyes reglamentarias en materia electoral, manifiesto a la ciudadanía y a la opinión pública del Estado de Durango que de ninguna manera me prestaré a la simulación y al engaño que está llevando la dirigencia del partido en contubernio con el grupo en el poder para imponer a su candidato.
Me retiro de esta vergonzosa contienda por respeto al pueblo de Durango, a los hombres y a las mujeres resueltos que me han manifestado su simpatía, y seguiré defendiendo, como lo he hecho en mi vida pública y privada, la vigencia del Estado de Derecho y el respeto a la dignidad de las personas; Por lo tanto renuncio a mi militancia partidaria de más de 25 años.
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